Nuestro cliente, un hombre de 57 años, padecía desde su nacimiento parálisis cerebral espástica. Dependía de una silla de ruedas motorizada para todas sus necesidades de movilidad y requería cuidados y asistencia las veinticuatro horas del día en sus actividades de la vida diaria. El día del incidente, nuestro cliente estaba sentado en su silla de ruedas en el bordillo de una acera, esperando a que cambiara el semáforo para peatones para poder utilizar su silla de ruedas motorizada para cruzar la calle. Mientras nuestro cliente esperaba, un camión semirremolque estaba negociando un giro a la derecha delante de nuestro cliente. La conducción del semirremolque causó que uno de los neumáticos del remolque del lado del pasajero subiera a la acera y rozara la silla de ruedas de nuestro cliente. La silla de ruedas de nuestro cliente giró como resultado del impacto y el demandante se detuvo en la dirección opuesta. El conductor del semi continuó su camino sin detenerse. Nuestro reto al representar a este cliente fue demostrar que este incidente tiene un impacto real en su vida, que en virtud de su parálisis cerebral congénita, ya era muy limitada. Mediante el uso de expertos médicos y relatos de amigos y familiares, pudimos demostrar que este incidente había aumentado efectivamente sus niveles de dolor y su capacidad, aunque limitada, para realizar actividades cotidianas. La empresa de transportes aceptó llegar a un acuerdo por una cantidad significativa después de que se le presentaran estas convincentes pruebas en una mediación.