A medida que se populariza el arbitraje y se desarrollan sistemas de arbitraje patrocinados por la industria, las posibilidades de abuso suponen un mayor riesgo para los demandantes que buscan reparación de reclamaciones importantes. Wall Street, el centro de muchos escándalos financieros en estos días, ofrece un ejemplo reciente.
Los titulares de cuentas de corretaje deben aceptar que, en caso de litigio con el corredor, las reclamaciones no se resolverán en los tribunales, sino en un proceso de arbitraje supervisado por Finra (Financial Industry Regulatory Authority), una organización privada que obtiene la mayor parte de sus $1.000 millones de ingresos de las empresas de Wall Street que son sus miembros. Así, cuando el titular de una cuenta de Merrill Lynch demandó a la casa de valores por no supervisar adecuadamente sus cuentas, el asunto se sometió a un panel de arbitraje FINRA compuesto por tres jueces. El panel -compuesto por abogados especializados en valores y/o ejecutivos financieros- concedió al demandante $520.000.
Sin embargo, poco sabían que este laudo les costaría su puesto en el panel. Dos meses después del laudo, un árbitro fue eliminado sumariamente de la lista de árbitros de la FINRA. Siete meses más tarde, el segundo miembro del panel de tres jueces fue retirado de la lista y, un año después del laudo, el tercero fue eliminado. A ninguno se le dio una explicación. Uno de los árbitros destituidos solicitó una audiencia y denunció el incidente a la SEC, pero no ha recibido respuesta. "Es increíble que se deshagan de un panel tan experimentado", dijo uno de los árbitros. "Para mí, esto socava la credibilidad de todo el proceso de Finra -no he dicho tribunal canguro-, pero cuando tienes a tres personas con buenas credenciales, haciendo su trabajo, y no había motivos meritorios para una apelación, y nos dan el 'punto negro' -y no todos a la vez-, resulta una novela bastante barata."
Este es el resultado previsible cuando una industria financia su propia agencia reguladora y gobierna quién puede imponer disciplina a la industria. La cuestión importante sigue siendo si se permitirá que continúe este conflicto de intereses, que ahora ha quedado a la vista de todos, o si se restablecerá el derecho a un día en los tribunales.