Los cascos de fútbol, a examen tras el suicidio de un atleta

En abril, Owen Thomas, jugador de fútbol americano de 21 años de Penn State, fue hallado muerto en su apartamento fuera del campus. Al parecer, se había ahorcado. La muerte del capitán fue un shock para todos, incluidos los médicos que observaron su cerebro tras su muerte. Los médicos descubrieron que Owen Thomas se encontraba en las primeras fases de la encefalopatía traumática crónica, o CTE, una enfermedad que se ha relacionado con la depresión y el control de los impulsos, principalmente entre los jugadores de la NFL. La ETC se ha detectado en 21 jugadores de la NFL, entre ellos Andre Waters, que también se suicidó. Owen Thomas fue el primer jugador universitario al que se le diagnosticó la enfermedad. Nunca se le diagnosticó una conmoción cerebral.

La ETC está causada por conmociones cerebrales repetidas o golpes en la cabeza con una fuerza increíble. El daño cerebral que causa la ETC se produce cuando un objeto golpea la cabeza con fuerza violenta, pero no rompe el cráneo. Aunque el objeto no rompe el hueso, el cerebro rebota en el lateral del cráneo. Esto provoca el deterioro de distintas partes del cerebro.

Inmediatamente después del suicidio, se han implantado nuevas normas para los cascos de fútbol americano en los equipos de los institutos de California. Nuevas investigaciones han demostrado que incluso un golpe leve en la cabeza puede tener consecuencias a largo plazo para la salud. Los cascos de fútbol americano han sido objeto de críticas por ser la causa de los traumatismos craneoencefálicos cada vez más graves que sufren los futbolistas. Algunos dicen que los nuevos cascos de alta tecnología llevan a los jugadores a correr más riesgos, porque tienen una falsa sensación de seguridad. De hecho, un analista futbolístico opina que sería mejor que los jugadores utilizaran cascos de cuero antiguos, porque así serían más precavidos ante las lesiones en la cabeza.